Ayer eran cabezas calientes que pedían
fusiles para hacer la revolución de una sola vez, sin contemplaciones,
para arrancar de cuajo este capitalismo salvaje que nos engulle…
Guerreros imbatibles que no conocían el miedo… Hasta vi a alguno
golpearse el pecho como King Kong, diciéndole al antichavismo “¡vengan a
buscarme a mi, aquí, ya saben dónde estoy…! Claro, entonces era una
papayita, porque tenían el escudo de Chávez.
Aquellos combatientes que se suponían
temibles, a la primera balita les entró un frío en la espalda que los
entibió de un guamazo. Entonces, cada uno a su modo, empezó a acomodarse
como para no quedar mal, no tanto con los compañeros de lucha, sino con
el enemigo, ese que lleva 18 años amenazándonos con su “¿dónde te vas a
meter?”, para que, en caso de una vaina, quede claro que ellos son
chavistas, sí, pero que “no avalaban esta locura”; que no son
“maduristas”; que hasta a Chávez se le opusieron en su momento.
Se quitaron el disfraz de guerrillero
añorante de La Sierra Maestra, se sacudieron la rodilla, ya no más en
tierra, y se vistieron, algunos, de “equilibraditos” y otros de
“hipercríticos”, y necesariamente empezaron a vociferar su postura a los
cuatro vientos, porque de eso se trata, de que sepan todos que ellos
aunque chavistas, “no son así”.
Los equilibraditos se apoyan en una
nefasta frase: “de lado y lado”, una frase de película Disney que ignora
siempre el contexto, que se ubica en una irrealidad ideal y desde allí
se pronuncia, como si no estuviéramos viviendo un asedio terrible, como
si tuviéramos una oposición democrática, que nunca dio un golpe de
estado, ni montó guarimbas asesinas con francotiradores y guayas
degolladoras, ni saboteó la industria petrolera, ni trajo paramilitares,
ni abogó por intervenciones extrajeras poniendo a Libia y Ucrania como
ejemplo de lo que añoraban para nuestro país, ni sabotea hoy nuestra
economía…
No, para el equilibradito eso no existe. Por eso, en medio de
esa guerra, dicen cosas como “hay que dejar la intolerancia de lado y
lado”, ignorando de qué lado estuvo siempre la intolerancia. O cuando el
Presidente Maduro convoca por enésima vez al diálogo y la oposición lo
sabotea, sale el equilibradito a exhortar a “lado y lado” a deponer sus
actitudes no dialogantes, negando así la disposición del gobierno a
dialogar y creyendo que están quedando chévere ante “lado y lado”.
Los hipercríticos son otra vaina, aunque
su finalidad es la misma: que se sepa que ellos son chavistas, “pero no
son así”. A diferencia de los equilibraditos que operan desde una
irrealidad Hello Kitty, los hipercríticos, operan desde la irrealidad de
la revolución perfecta.
Así, citando al Che o a Lenin, despotrican
contra cada movimiento que haga el gobierno para esquivar los cañonazos
en esta guerra; despotrican también contra cada disparo que hagamos de
nuestras filas, “¿qué disparos si aquí no hay guerra?”, ni hay, para
ellos, este antichavismo títere del voraz sistema imperial que no
permite, que no perdona insubordinaciones y menos de países llenitos de
petróleo. No, eso no existe. Para los hipercríticos lo único que existe
son nuestras debilidades que deben ser resaltadas públicamente, sí, ¡en
plena coñiza!; generalizándolas, negando así a ese montón de compañeros
que, contra viento y marea, le están echando una montaña de pelotas
desde siempre, honestamente, mayoritariamente, chavistamente. No solo
negándolos sino abandonándolos en plena pelea porque, “qué rabia, aquel
funcionario es un corrupto”. Resguardándose en una queja pública, una
declaración de principios individualísima que a nadie le importa.
Asumiendo que la queja es la lucha,
acusando de traidores a quienes no nos quejamos y seguimos peleando
adentro. Porque Chávez dijo que criticáramos sí, y lo recuerdo clarito, y
también recuerdo clarito que dijo que la crítica se hacía hacia
adentro, con lealtad. Todo lo demás es daño y pantalla…
En fin, que son modos de arrugar, modos de disfrazar el miedo, modos auto preservación ilusa que cree que el odio antichavista perdona, y que si un día se hunde el barco, se hundirá solo del lado de los que no arrugamos, y no “de lado y lado”.
CAROLA CHÁVEZ
carolachavez.wordpress.com
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